sábado, 30 de abril de 2011

Los cuatro elementos

Decían los griegos que todos los compuestos del universo se podían formar a partir de la combinación de tierra, aire, agua y fuego. Esa es la idea con la que parte "Alquimia", la aplicación que mi hermano se ha descargado para su smartphone y que nos ha mantenido a los tres ocupados durante toda la tarde. Llevamos unos cien de un total de trescientos setenta. La cosa se está poniendo muy  difícil. Eso sí, que quede para el recuerdo, al hombre he llegado yo.

miércoles, 27 de abril de 2011

Vera

Me confieso fan absoluta de los sims. Concretamente, de los sims 2, un gran avance desde los sims 1 y mucho más compatible con mi ordenador castaña que los sims 3. Más concretamente aún, de la posibilidad de crear familias, de que nazcan niños.
Ponerles nombres a los sims es sencillo. Se me ocurren en el momento y apenas vacilo. Algo así me pasa con los peluches: los veo y su nombre me viene a la cabeza.
Escoger el nombre de los patilargos es más complicado, porque no es la misma situación: primero decido el nombre y luego dibujo al personaje en cuestión.
Faltan diez láminas para llegar a las 300 en la historia de los patilargos. Cada personaje tiene su historia, una razón por la que se llaman así, y voy a repasar, semana a semana, cada una.
Vera es un pueblecito de Almería donde nació la fundadora de mi antiguo colegio. Siempre he considerado que es una palabra con una sonoridad preciosa, aunque como nombre es susceptible de alguna que otra broma. Así que Vera y sus hermanos no tienen primos.
Ella es la mayor de los cuatro hermanos protagonistas. Tiene el pelo largo y rizado (como mi mejor amiga, que está a mi lado hablando con Huesitos, el peluche enorme que me regaló, para meterse conmigo) y es muy dulce, muy femenina, algo cursi incluso.
¿Os gusta saber por qué os llamáis como os llamáis, o por qué ciertos objetos reciben ciertos nombres?

martes, 26 de abril de 2011

No digo ná...

... y no diciendo ná, lo digo tó. Con esta frase, un palo en la mano y la inconfundible voz del tío de la vara se dirigía José Mota a los políticos antes de presentar las campanadas.  Pues bien, a mí me pasa lo mismo. En ocasiones un silencio dice más que cien conversaciones o, en este caso, cien posts sobre los temas más diversos.
Hoy quiero compartir nueva información sobre mí. En exclusiva para los lectores del blog (porque acabo de caer en la cuenta, si no sería ya vox populi). Cuando estoy contenta, cuando me siento verdaderamente feliz, no me apetece hablar. Bueno, me explicaré mejor: no me gusta dar vueltas a las cosas. No me apetece hacer planes a largo plazo, ni reflexionar, ni resolver rencillas. Cuando me invade un estado de felicidad y optimismo constantes discutir no me apetece. Esto no lo digo para que intentéis hablar conmigo y tener la razón, si no para que entendáis los cambios en los temas tratados en el blog.

miércoles, 6 de abril de 2011

Desmontando mitos

Sin tiempo para mucho más, os dejo con un interesante experimento para desmontar un mito completamente aceptado como cierto, que he encontrado gracias a uno de mis blogs favoritos, como no ser una drama mamá. No se tarda nada en leer el artículo y me parece un ejemplo curioso de lo que se puede extender una noticia, aun cuando no tiene ningún fundamento y no proviene de una fuente fiable.
Este es el enlace: http://www.natureduca.com/blog/?p=674

martes, 5 de abril de 2011

¿Qué se puede saber sobre bebés?

Todo el mundo tiene aficiones. Ayer os hablé de una de las mías. Hoy toca una un poco más rara.
Me vuelven loca los bebés. Pero literalmente. Yo veo por la calle un carrito con un peque dentro y se me van los ojos, me olvido de con quien hablo, a dónde voy o si tengo prisa.
Me parecen taaaaaaaaan monos. No puedo evitarlo. Lo he intentado, pero no puedo. Me atraen irremediablemente. Me encantan los chupetes, los biberones, los carritos, los juguetes... y no hablemos de la ropita.
Pero lo mejor, sin duda, es la risa. Un bebé, o un niño, tiene una risa contagiosa, que te llena el corazón. De igual forma, reírse de cualquier gracia de un pequeñajo ¿no te hace sentirte bien con el mundo?
En eso creo que no soy tan especialita. En youtube triunfan los vídeos de niños haciendo monerías. Morder a su hermano, hablar con mucho convencimiento en un lenguaje propio completamente incomprensible o estallar en carcajadas al rasgar un papel.
Le quiero dedicar esta entrada a Ignacio. Porque me dedicó una suya,  porque me ha hecho la pregunta del título esta mañana y porque quiero mostrarle qué es para mí la magia: el enorme potencial de esos locos bajitos.

lunes, 4 de abril de 2011

Grecia

Si todo va bien, el viernes nos vamos a Italia. Me parece buen momento para hablar de algo que me apasiona pero que no hago tan a menudo como me gustaría: viajar.
Los viajes nos descubren vidas diferentes a la nuestra, lugares, cultura, gastronomía, costumbres, historia.
Algunos destinos son más deseados que otros. En mi caso, desde siempre, todo lo relacionado con Grecia me ha encantado. He de reconocer que me refiero más a lo estético que a lo intelectual. Es decir, no son los filósofos y los matemáticos los que me hacen elegir este país cada vez que jugamos a "sangre". Es la forma de vestir, las trenzas, el color de la bandera, la arquitectura, el mar Egeo, los nombres (Irene, Olimpia, Sofía...) y el yogur.
Hace un par de veranos fui con mi familia a un increíble crucero por las islas griegas. Disfruté de cada parada, pero dos me marcaron especialmente: Atenas y Santorini.
Respecto a Atenas, no hay mucho que decir sobre la ciudad. De hecho, no me gustó demasiado: contaminada y no muy moderna. Precisamente por eso, me sentí como una diosa (griega) desde el mirador de la Acrópolis. Subida en un monte, disfrutando del aire puro, junto a un templo de proporciones áureas y dominando con la vista un amplio radio, la sensación de poder no te la quitaba ni el asfixiante calor, inevitable en una mañana de agosto. Toda una experiencia.
Eso sí, sin ninguna duda, yo me quedo con Santorini. Lo mío con ese conjunto de islas volcánicas conocido también como Thera fue amor a primera vista. Después de ver algunas imágenes en programa de madrileños por el mundo y mucho empeño y voz de entusiasmo, convencí a mi madre para que eligiera un crucero que nos permitiera conocerlo como viaje de bodas de plata.
De lejos, parece una montaña nevada, pues absolutamente todas las casas son de color blanco, y la altura a la que se encuentra el pueblo es considerable.
Una vez allí, lo más bonito es un pueblecito llamado Oia (pronunciado ía) aunque la capital, lo que habitualmente se visita, es Firá.
Si tenéis oportunidad, os recomiendo que lo visitéis. Para mí es el lugar más bonito del mundo, con todas las casas blancas y las cúpulas de las iglesias ortodoxas de un precioso color azul, compitiendo en intensidad con el del mar Egeo (en mi opinión, mucho más bonito, incluso, que el Caribe).

¿Cuál es vuestro lugar favorito del mundo?

sábado, 2 de abril de 2011

Reacciones exageradas

Odio hacer trampas. Sé que hay quien las hace sin mala idea, porque el juego le aburre o le resulta complicado. Pero a mí me superan. Si conozco las reglas, las cumplo.
Es comprensible, por tanto, que me enfade si me dicen que he hecho trampas, ¿no? Pues en realidad no es que digan que he hecho trampas lo que me hace poner cara de ahorameenfadoynorespiro, sino el hecho de que no me crean cuando digo que no ha sido algo intencionado, que yo creía que estaba cumpliendo las normas.
Yo fui una niña bastante mentirosa. Rompía cosas constantemente y no me atrevía a reconocer mi culpa. Como resultado, tenía una credibilidad bastante escasa en mi familia.
Por eso, ahora no miento. Eso no quiere decir que me atreva a reconocer las cosas. Me cuesta muchísimo decir lo que siento o reconocer mis errores. De pequeña porque me regañaban y me llamaban torpe. Ahora porque la verdad a veces no es como nos gustaría. Así que, para no mentir, me callo. Por desgracia, últimamente llevo bastante tiempo callada...