jueves, 21 de junio de 2012

Segundo de bachillerato

El curso más temido. La prueba de fuego. El último año antes de la desconocida, ansiada y últimamente desprestigiada universidad. El momento de elegir qué quieres hacer con tu vida y de comenzar a luchar por ello. La iniciación a un mundo de trámites burocráticos y nuevas responsabilidades.
He querido escribir esta entrada con las notas de selectividad sabidas. Al fin y al cabo es para lo que llevo trabajando todo el año. Para casi, casi, casi, por tres míseras centésimas, un 12'6, que sería un 9 sobre 10 de toda la vida. Esperemos que la revisión me sirva para subir el 12,597. Un pelín nada más. Por orgullo más que nada, porque no me hace falta para que me dé la media.
Pero no creáis que escribo después de tres meses para hablar de las notas. Todo lo contrario. No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero si tuviera que dar un consejo a todos los que van a hacer segundo es que no se olviden de que también es un curso más, un año más de tu vida, y no deberías dejar tu vida apartada. La situación ideal, que ningún estudiante cumple, sería integrar los estudios en ella. De verdad. Estudiar día a día.
Mi situación ha sido radicalmente diferente. Los lunes tenía dos voluntariados, el martes voluntariado y clases particulares, y de nuevo clases particulares el miércoles y el jueves. Los lunes salía después del otro voluntariado. El fin de semana dormía bastante y vagueaba otro poco.
¡Dios mío! ¿Cómo he conseguido la nota que he sacado? Menudo ejemplo. Supongo que siendo flexible, no yendo a voluntariado antes de exámenes, quedando con amigas a estudiar para que se hiciera más ameno...
En fin, me las he ido apañando sobre la marcha y me ha ido bien. Muy bien, podría decirse. En los estudios y en lo personal.
Sí, a pesar de ser un desastre total, de querer hacerlo todo, lo he conseguido. Sin renunciar apenas a nada. Es cierto que durante la semana anterior a la PAU he vivido por y para estudiar, perdiéndome una convivencia que me hacía una ilusión tremenda, pero poco más. A la vez que estudiaba temas de los que no me voy a acordar en mi vida me he viciado a twitter todo lo que he querido y más, he recuperado amistades maravillosas (benitas, guapetonas, no os imagináis lo feliz que me siento de teneros), me he ganado un dinerillo extra y hasta me he enamorado. Guardaré un recuerdo precioso de este curso. De las clases de química en mi casa hinchándonos a patatas. De las interminables conversaciones escritas en clase con Marata. De las prisas comiendo para llegar a San Juan de Dios. De mis niñas de grupos. De las tardes de party y el juego de los post-its, las cenas en el Mayor y las noches en el Moe's. Del 9,75 de CTM, conseguido sin apenas estudiar después de aguantar las malas notas de los exámenes del colegio que siempre superaba con un "no me he tenido que estar esforzando en física". De la playa. Oh, la playa (entrada a la vista sobre ese despiporre). De esas catequesis a las que me apunté por mi cuenta, porque yo soy así y no pensé en que me estaba lanzando a la aventura, en las que me tocó el mejor compañero posible. Sí, segundo de bachillerato ha sido un gran curso. De él me llevo la lección bien aprendida, pero desde luego no la de filosofía.