sábado, 8 de septiembre de 2012

De Pa a Pe: la decisión

A mí me gusta mucho la comunicación. No solo hablar yo. Necesito mantenerme informada y conocer las historias completas. Sin medias tintas. Sin resúmenes. De pe a pa.
Le he dado la vuelta a la expresión para inaugurar una nueva sección en el blog (¡dicho así suena importante!). Con De Pa a Pe quiero contar mis andaduras en la carrera. Cómo yo, Paloma me convierto en lo que quiero ser, pediatra.
El primer paso es estudiar medicina. Sí, al final he entrado en medicina. ¿Por qué? No lo sé muy bien. Pero  dado que fue una decisión de última hora, puedo explicar con detalle cómo lo decidí.

El día que recibí mi nota de selectividad supe que sería suficiente para que me aceptaran en medicina, y por tanto también en enfermería. Yo quería entrar en enfermería, ¿no?
Recibí una llamada de mi tía. Mantuve con ella una conversación muy similar a otras tantas con mis padres. Coge medicina, es mejor para ti, la nota te da, lo harás muy bien. Al colgar me puse a llorar. Ya no tengo fuerzas, pensé. Estaba cansada, muy cansada, de negarme a hacer medicina. ¿Será porque quiero hacer medicina? ¿Y si hago medicina? ¿Es lo que yo quiero o simplemente me dejo convencer con facilidad hasta para elegir mi futuro? ¿No quiero tener que defender una y otra vez mi decisión de hacer enfermería porque en realidad no quiero hacer enfermería?
Otras dos llamadas me permitieron tomar la decisión. La primera, por skype, con Lucía y Marta. Lucía me calmó infinito con un consejo totalmente práctico y razonable: si te vas a equivocar de carrera y luego debes cambiar, tiene más sentido empezar medicina, más larga. No sería tan horrible si me estuviera equivocando, es cierto. De la otra conversación, con mi novio, recuerdo sobre todo sus preguntas. ¿Qué te dice tu cabeza? ¿Qué te dice tu corazón? Mi cabeza decía medicina, mi corazón estaba dividido pero se estaba abriendo a esa posibilidad cada vez más.
Se lo dije a mi hermana. Al día siguiente rellené la preinscripción sin decírselo a mis padres. Quería que fuera  una sorpresa hasta que me admitieran. No lo fue porque mi madre, que amenazó con impugnarla por ser yo menor todavía, me preguntó hasta que consiguió sonsacarme, y después hizo que se lo dijera a mi padre.

No he elegido el camino fácil, pero sí el que al parecer es el más lógico. Al parecer de todo el mundo, por cierto, que aquí cualquiera opina sobre tu vida tranquilamente. A mi vena rebelde le queda mi madre con su "ay, hija, te vas a volver gilipollas". Espero que no, pero si la predicción de mi querida progenitora se hace realidad, vosotros os enteraréis. Y, por favor, dadme una colleja si pasa.

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