martes, 26 de abril de 2011

No digo ná...

... y no diciendo ná, lo digo tó. Con esta frase, un palo en la mano y la inconfundible voz del tío de la vara se dirigía José Mota a los políticos antes de presentar las campanadas.  Pues bien, a mí me pasa lo mismo. En ocasiones un silencio dice más que cien conversaciones o, en este caso, cien posts sobre los temas más diversos.
Hoy quiero compartir nueva información sobre mí. En exclusiva para los lectores del blog (porque acabo de caer en la cuenta, si no sería ya vox populi). Cuando estoy contenta, cuando me siento verdaderamente feliz, no me apetece hablar. Bueno, me explicaré mejor: no me gusta dar vueltas a las cosas. No me apetece hacer planes a largo plazo, ni reflexionar, ni resolver rencillas. Cuando me invade un estado de felicidad y optimismo constantes discutir no me apetece. Esto no lo digo para que intentéis hablar conmigo y tener la razón, si no para que entendáis los cambios en los temas tratados en el blog.

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